sábado, 5 de mayo de 2012

Las Mafias en las Instituciones del Estado

El conjunto de servidores públicos que forman parte de la instituciones del Estado, cuya organización está regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios es lo que conocemos como burocracia. La burocracia es una parte importante de cualquier intitución nacional ya que sin ésta el funcionamiento y la entrega de los servicios públicos se verían seriamente afectados. Pero cuando se habla de burocracia no hablamos de una entelequia o cosa irreal e inmaterial; la burocracia está constituida por personas, por hombres y mujeres de carne y hueso, a quienes se les denomina servidores públicos. 
Una de las características que todo servidor debe tener es que debe ser hallado fiel en el desempeño de sus funciones. Un servidor público cabal, completo, fiel, es una persona responsable y certera en el cumplimiento de sus obligaciones y de ninguna manera defrauda la confianza que se deposita en él para tal efecto. Un servidor público o un funcionario es alguien que se comporta de acuerdo a la verdad, cumpliendo escrupulosamente con exactitud y legalidad todas las tareas y obligaciones que tiene como servidor.
Hasta aquí podemos imaginar el cuadro teórico e ideal de lo que debería ser un servidor público. Pero la realidad es otra. Cuando observamos en funcionamiento de las instituciones nacionales, los organismos del Estado, tanto en el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial, lo que comprobamos es que en cada una de las instituciones que forman parte de los tres poderes del Estado no encontramos a servidores públicos; lo que hayamos fundamentalmente son grupos de mafias bien organizadas que están al servicio de interés particulares y de sus propios intereses, en perjuicio de la mayor parte de los ciudadanos. Y es allí donde radica uno de los escollos fundamentales para que el bienestar común en la sociedad sea alcanzado plenamente. Mientras esas mafias corruptas de servidores públicos permanezcan en las instituciones del Estado, mientras esa casta de inescrupulosos y delincuentes de la burocracia siga medrando a costa de los recursos del Estado para beneficio de ellos y de sus socios, nunca se podrá alcanzar el objetivo del bienestar y la equidad social.
Mientras está estructura organizada de hombres y mujeres desleales, traidores, ilegales, alevosos, felones, hipócritas, etc., de funcionarios corruptos, siga operando en las instituciones, a vista y paciencia de todos, sin ser identificados y sancionados ejemplarmente, el estado de bienestar será una utopía inalcanzable.
Y es que estas mafias de alguna manera tienen la capacidad de subsistir y perdurar en el tiempo como los parásitos tiene la capacidad de adaptarse a todos los intentos del cuerpo por desahcerse de ellos.
Es grave que esta estirpe de indeseables siga ejerciendo funciones dentro de las estructuras del Estado, ya que al estar al servicio de ellos mismos y de intereses privados, harán todo lo posible para que ese statu quo no cambie aunque tengan que poner en peligro el bienestar de la sociedad en su conjunto. Los funcionarios mafiosos forman la ralea que no dudaría en traicionar a los interés nacionales, a la patria, a sus compatriotas, si ello les garantiza conservar sus privilegios y el acceso a los recursos que expolian con descaro.
No tengo ninguna duda de que los mal llamados funcionarios, los servidores públicos, los burócratas o tecnócratas son de los elementos criminales mas peligrosos que existen, pues cometen actos delictivos al amparo de la ley, sin temor a ser sancionados, es decir, que actúan con una libertad inaceptable y un sentido de impunidad colosal.
Seguramente que existirán servidores públicos que no forman parte de esta lacra. Pero lamentablemente la existencia de los buenos servidores no ha hecho aún ninguna diferencia sustancial, pues la corrupción en las instituciones sigue galopante como  caballo apocalíptico y la sensación de corrupción e impunidad cada día se hace mas fuerte.
Ya va llegando la hora en que estas organizaciones mafiosas y criminales de funcionarios, de servidores públicos, sean eliminadas de las instituciones. Hemos llegado a un punto en el que nos vemos en la disyuntiva: o sobreviven los mafiosos o sobrevivimos lo que no somos mafiosos. Aquí hay una guerra encubierta no declarada que por el momento van ganando los corruptos, y eso continuará así hasta que el conjunto de la sociedad diga basta, ya no más corrupción. Si no se eliminan a los parásitos, estos seguirán chupando la sangre del famélico cuerpo hasta dejarlo seco y al borde de la muerto.
Esta es una guerra a muerte contra la corrupción que representan los mal llamados funcionarios o servidores públicos. Es hora de dar la batalla contra la corrupción.

Imagen tomada desde http://entornofiscal.files.wordpress.com/2008/01/capitalista1.jpg

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