domingo, 14 de junio de 2009

Los Neoliberales y el APRA







Falacia es el término que se utiliza para definir al engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a otro. Y al gobierno del aprismo neoliberal le sobran los discursos y las acciones falaces.
Algunas de las mentiras apristas con las que se ha engañado al Perú durante largos años tienen que ver con sus principios ideológicos de acción política:
1) El aprismo es un movimiento indoamericano que hace frente al imperialismo
2) El aprismo busca la unidad política de américa latina
3) El aprismo busca implementar la nacionalización de tierras e industrias
4) El aprismo busca la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo
Basta con observar la práctica politica del "partido del pueblo" y la conducta de sus representantes políticos de carne y hueso, para saber de inmediato que toda esa parafernalia ideológica no es mas que letra muerta. El aprismo, hoy por hoy, es mas amigo del imperialismo que nunca, o mejor dicho, el imperialismo ha adoptado al cachorro del aprismo como fiel perro faldero. En esta época de la historia de américa latina si hay alguien que ha traiciondo la busqueda de la unidad regional es el APRA de Alan García, pues nunca estuvimos mas peleados con nuestros vecinos limítrofes que ahora. Y si nacionalizar significa vender lo que tiene el Peru, empresas, recursos naturales, tierras, etc. a precio de ganga y a los mercaderes extranjeros, entonces las peras se cosechan del olmo. Y si solidaridad con los pueblos y clases oprimidas del mundo es perseguir y amordazar a líderes indígenas, amedrentarlos con la carcel y meterles bala a diestra y siniestra, entonces el aprismo está mas vivo que nunca.
El aprismo es un gran panteon de mármol en cuyo interior solo encontramos huesos roídos de cadáveres que un día fueron algo y ya no lo son mas.
Si en algún punto de su historia el APRA pretendió ser un partido político de izquierda moderada, o centro izquierda, o algo parecido, pues la realidad nos dice que el APRA a mutado hasta convertirse simple y llanamente en un partido de derecha, conservador y neoliberal. Es como si un gusano que se va a convertir en mariposa se envuelve en su capullo y cuando sale de él, termina transformado en un perro sin pelos. Esto es evolución inédita, desenfrenada, inverosímil.
El APRA ha muerto hace muchos años, o mejor dicho, la han matado los propios apristas, los de la cúpula, los que controlan el poder. El doble discurso, la doble moral, la conducta hipócrita, la rapiña y la avaricia los han aniquilado.
Y ahora se han puesto la sotana neoliberal para hacer cumplir el dogma del libre mercado y castigar a los herejes de la fe con las armas de la inquisición. Pero una vez mas han llegado tarde a su encuentro con la historia. Se visten de purpura para defender, con rechinar de dientes, el libre mercado capitalista y la globalización, cuando el fin de una era del capitalismo termina. Paul Samuelson, premio Nobel de Economía, señala: “Esta debacle (la de la crisis financiera internacional) es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética (URSS) fue para el comunismo”. Se termina el período abierto en 1981 con la fórmula de Ronald Reagan (y el tristemente celebre Consenso de Washington): “El Estado no es la solución, es el problema”. Durante treinta años, los fundamentalistas del mercado repitieron que éste siempre tenía razón, que la globalización era sinónimo de felicidad, y que el capitalismo financiero edificaba el paraíso terrenal para todos. Se equivocaron (Ramonet I., 2008).
Pero los representantes de este pontificado en el Perú insisten en que todo está muy bien, que no hay crisis, no hay problemas con el libre mercado, el capitalismo funciona y la crisis es solo un espejismo.
A pesar de que la crisis se venia venir, se siguió afirmando que la empresa privada y el mercado lo arreglaban todo. La administración de los Estados Unidos (antes George W. Bush y ahora Barack Obama) tuvo que "renegar" de ese principio y recurrir, masivamente, a la intervención del Estado. Prueba del fracaso del sistema son estas intervenciones del Estado –las mayores, en volumen, de la historia económica– que demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad. Además, se confirma una ley del cinismo neoliberal: se privatizan los beneficios pero se socializan las pérdidas. Se hace pagar a los pobres las excentricidades irracionales de los ricos, y se les amenaza, en caso de que se nieguen a pagar, con empobrecerlos aun más. Esto es socialismo para los ricos, y capitalismo salvaje para los pobres (Ramonet I., 2008).
Esta ideologia económica y política abortada por estar llena de malformaciones congénitas, y que en la práctica ha demostrado su fracaso rotundo para solucionar los problemas de millones de seres humanos en el mundo incluyendo el Perú, ha sido abrigada y adoptada como hija predilecta por los apristas neoliberales y la cúpula del poder. No hay que hacer mucho esfuerzo para darse cuenta de que las élites económicas, políticas, religiosas y militares en el Perú, que representan a los grandes capitales transnacionales, siguen poseidos por una lógica de rentabilidad a corto plazo, y seguiran defendiendo su modelo económico pues éste les permite maximizar sus ganancias y reducir sus costos a costa de salarios de hambre, miseria, y sufrimiento colectivo. Necesitan beneficios exorbitantes y estan dispuestos a todo para sacar ganancias, aunque la gente tenga que comer tierra, beber agua contaminada y respirar aire con alquitran. Y si tienen que defender el dogma neoliberal para justificar ganancias mal habidas, y pues lo harán.
Pero lo que no podrán hacer es ocultar el sol con un dedo. Podrán seguirle mintiendo a la población a traves de los medios de comunicación controlados por el bolsillo sobre la sacra verdad del neoliberalsmo económico: "el mercado lo soluciona todo"; podrán seguir llenandose los bolsillos de dinero manchado con sangre, sudor y lágrimas de otros...pero no podran contener la ira popular cuando ésta llegue a colmarse, y cuando eso suceda no habra fuerza política ni militar que contenga esa furia producto de la indiferencia y el desprecio acumulado durante decadas de olvido y marginación contra la mayoria de los peruanos.
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