Guillermo Giacosa. Crónicas y Ensayos. Perú 21. 21, 22, 26 de junio del 2007
Citaré, del libro La venganza de la Tierra, ideas de su autor, James Lovelock, con la esperanza de que puedan ser discutidas por los lectores y, si es posible, distribuidas en centros de estudio para que sirvan de material de reflexión frente a la catástrofe que se avecina, a la que ni los medios ni las autoridades prestan atención.
1) "Nuestra comprensión de la Tierra no es mejor que la que, en el siglo XIX, tenía un médico de su paciente".
2) "Existe un umbral, quizá de temperatura o de un nivel de dióxido de carbono en el aire, más allá del cual nada servirá lo que hagan las naciones para evitar el calentamiento".
3) "Como civilización, somos como un toxicómano que morirá si sigue consumiendo droga, pero también morirá si la deja de golpe".
4) "Todo comenzó hace cien mil años, cuando prendimos fuego a los bosques porque nos resultaba más cómodo para cazar. En ese momento dejamos de ser un animal más e iniciamos la demolición de la Tierra".
5) "Como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, somos capaces de llevar a cabo las más horribles tareas de destrucción, pero también tenemos el potencial de fundar una civilización magnífica. Hyde nos llevó a usar mal la tecnología. Malgastamos la energía y superpoblamos la Tierra. Pero la civilización se derrumbará si abandonamos la tecnología. Debemos, pues, usarla sabiamente, como haría Jekyll, pensando en el bienestar de la Tierra y no solo en el bienestar de la gente. Por eso, es demasiado tarde para seguir la vía del desarrollo sostenible; lo que hace falta es una retirada sostenible".
6) "Ahora la Tierra está cambiando, siguiendo sus propias reglas internas, hacia un estado en el que ya no seremos bienvenidos".
7) "Lo inusual de la crisis venidera es que nosotros somos su causa; nada tan drástico había pasado desde el periodo del Eoceno, hace cincuenta y cinco millones de años".
8) "El calor extra, venga de la fuente que venga, tanto si procede de los gases propiciadores del efecto invernadero, de la desaparición del hielo ártico y de los cambios en el océano o de la destrucción de las selvas tropicales, se amplifica y sus consecuencias se multiplican. Es como si hubiéramos encendido un fuego para mantenernos calientes y le siguiéramos echando leña sin darnos cuenta de que se ha extendido a los muebles y está fuera de control. Cuando esto sucede, hay muy pocas posibilidades de apagarlo antes de que consuma la casa entera. El calentamiento global, igual que un fuego, está acelerándose y casi no nos queda tiempo para reaccionar".
9) "El predominio del pensamiento atomizado y reduccionista en la ciencia -sobre todo durante los últimos dos siglos- ha provocado una visión cerrada y provinciana de la Tierra."
10) "Necesitamos, por encima de todo, recuperar el amor y la empatía por la naturaleza que perdimos cuando nos enamoramos de la vida urbana".
11) "Al cambiar el medio ambiente le declaramos la guerra a la Tierra.Hemos ocupado el medio de otras especies, el equivalente, en lo internacional, a haber invadido el territorio de otro país".
12) "¿Por qué somos tan reacios, especialmente en los EE.UU., a ver el enorme peligro al que se enfrenta nuestra civilización? ¿Qué nos impide darnos cuenta de que la fiebre del calentamiento global es real y gravísima y que puede que ya esté más allá de nuestra capacidad de control e, incluso del de la Tierra? Creo que rechazamos las pruebas de que nuestro mundo está cambiando porque todavía somos, como nos recordó el biólogo E.O. Wilson, carnívoros tribales. Estamos programados por nuestra herencia para considerar las demás cosas vivas básicamente como comida, y para que nuestra tribu nacional sea para nosotros más importante que cualquier otra cosa. Llegamos incluso a dar nuestra vida por ella y estamos dispuestos a matar de forma extremadamente cruel a otros seres humanos por el bien de nuestra tribu.
Todavía nos resulta ajeno el concepto de que nosotros y el resto de la vida, desde las bacterias hasta las ballenas, formamos parte de una entidad mucho mayor y más diversa: la Tierra viva".
13) El desarrollo sostenible es una utopía: "Hace doscientos años, cuando el cambio era lento o inexistente, puede que hubiésemos estado a tiempo de establecer unas pautas de desarrollo sostenible o, incluso, de haber continuado un tiempo como si nada, pero ahora es demasiado tarde: el daño ya está hecho. Confiar en el desarrollo sostenible o continuar como si nada son políticas tan viables como esperar que un enfermo de cáncer al pulmón se cure simplemente dejando de fumar; ambas vías niegan la enfermedad que sufre la Tierra, la fiebre que le ha producido la plaga de gente que la aqueja".
14) Nuestras ideas proceden de visiones "religiosas y humanistas que consideran a la Tierra como algo que está ahí para ser explotado en beneficio de la humanidad. En 1800, cuando había solo mil millones de habitantes, estas políticas ignorantes eran aceptadas porque causaban pocos daños. Ahora se trata simplemente de dos caminos distintos que conducen tortuosamente a un mismo destino: una regresión a una especie de Edad de Piedra en un planeta enfermo, en la que solo sobrevivirán unos pocos, aferrados a los restos del naufragio de la que una vez fue nuestra biodiversa Tierra".
15) "Hemos crecido en número hasta el punto que nuestra presencia afecta al planeta como si fuéramos una enfermedad. Igual que en las enfermedades humanas, hay cuatro posibles resultados: destrucción de los organismos invasores que causan la enfermedad, infección crónica, destrucción del huésped, o simbiosis, es decir, el establecimiento de una relación perdurable mutuamente beneficiosa entre el huésped y el invasor".
16) "El empeoramiento de la salud de la Tierra debe ser nuestra mayor preocupación, pues nuestras vidas dependen de que el planeta que habitamos se mantenga sano".
"A través de nuestra rutina diaria, casi todos participamos de la demolición de la Tierra. Es una labor a la que dedicamos todas las horas del día, cuando vamos en carro al trabajo, a visitar a unos amigos o a comprar; cuando volamos a algún destino lejano para pasar allí nuestras vacaciones. Contribuimos a esa demolición al mantener nuestros hogares y centros de trabajo fríos en verano y calientes en invierno. La suma total de toda la contaminación que hemos emitido ha añadido ya medio billón de toneladas de carbono a la atmósfera, lo bastante -si los registros geológicos del Eoceno, un periodo que tuvo lugar hace 55 millones de años, son correctos y seguimos contaminando al mismo ritmo- como para empezar a cambiar el mundo de forma tan completa que apenas un puñado de nuestros descendientes vivirá para verlo. Si seguimos así, pensando de forma egoísta, solamente en el bienestar de los humanos e ignorando el de la Tierra, habremos causado nuestra casi total extinción".
Lo que omite decir Lovelock, pues la suya es la advertencia global de un científico, es que el bienestar de los humanos no abarca al conjunto de nuestra especie sino a un número cada vez más reducido de privilegiados.
"Destruir, continúa Lovelock, hábitat naturales para ganar tierras de cultivo causa una extinción comparable a la asociada a la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años".
"A pesar de todas estas amenazas, seguimos destruyendo y parece que solo nos preocupa el ínfimo, casi imaginario, riesgo de cáncer que generan los teléfonos celulares, las líneas de alta tensión, los residuos de pesticidas en las comidas o la propia luz solar. Y más miedo todavía nos da cualquier cosa que tenga que ver con la energía nuclear. En realidad, nos preocupamos por el mosquito y nos tragamos el camello. Quizá en lo más profundo de nuestro corazón conocemos la magnitud del peligro y, por ello, preferimos enfrentarnos a estos riesgos menores imaginarios antes que encarar las inevitables consecuencias de la destrucción".
"La mayoría de lo que nosotros sabemos de la Tierra procede de libros y programas de TV que representan o bien la opinión de un especialista o el punto de vista del líder de un grupo de presión. Vivimos en tiempos de enconado enfrentamiento, no de reflexión, y tendemos a oír solo los argumentos de los grupos de presión que representan intereses específicos. Incluso cuando saben que están equivocados, nunca lo admiten. Todos luchan por los intereses de su grupo mientras se llenan la boca diciendo que hablan en nombre de la humanidad".
"No podemos contemplar el futuro del planeta del mismo modo que vemos nuestro futuro personal. Es descuidado no tomar en serio nuestra muerte, pero es imprudente adoptar esa actitud respecto al fin de la civilización".
Imagen tomada de: http://www.elbuscon.es/images/portadas/9788408070283.jpg
Citaré, del libro La venganza de la Tierra, ideas de su autor, James Lovelock, con la esperanza de que puedan ser discutidas por los lectores y, si es posible, distribuidas en centros de estudio para que sirvan de material de reflexión frente a la catástrofe que se avecina, a la que ni los medios ni las autoridades prestan atención.
1) "Nuestra comprensión de la Tierra no es mejor que la que, en el siglo XIX, tenía un médico de su paciente".
2) "Existe un umbral, quizá de temperatura o de un nivel de dióxido de carbono en el aire, más allá del cual nada servirá lo que hagan las naciones para evitar el calentamiento".
3) "Como civilización, somos como un toxicómano que morirá si sigue consumiendo droga, pero también morirá si la deja de golpe".
4) "Todo comenzó hace cien mil años, cuando prendimos fuego a los bosques porque nos resultaba más cómodo para cazar. En ese momento dejamos de ser un animal más e iniciamos la demolición de la Tierra".
5) "Como el Dr. Jekyll y Mr. Hyde, somos capaces de llevar a cabo las más horribles tareas de destrucción, pero también tenemos el potencial de fundar una civilización magnífica. Hyde nos llevó a usar mal la tecnología. Malgastamos la energía y superpoblamos la Tierra. Pero la civilización se derrumbará si abandonamos la tecnología. Debemos, pues, usarla sabiamente, como haría Jekyll, pensando en el bienestar de la Tierra y no solo en el bienestar de la gente. Por eso, es demasiado tarde para seguir la vía del desarrollo sostenible; lo que hace falta es una retirada sostenible".
6) "Ahora la Tierra está cambiando, siguiendo sus propias reglas internas, hacia un estado en el que ya no seremos bienvenidos".
7) "Lo inusual de la crisis venidera es que nosotros somos su causa; nada tan drástico había pasado desde el periodo del Eoceno, hace cincuenta y cinco millones de años".
8) "El calor extra, venga de la fuente que venga, tanto si procede de los gases propiciadores del efecto invernadero, de la desaparición del hielo ártico y de los cambios en el océano o de la destrucción de las selvas tropicales, se amplifica y sus consecuencias se multiplican. Es como si hubiéramos encendido un fuego para mantenernos calientes y le siguiéramos echando leña sin darnos cuenta de que se ha extendido a los muebles y está fuera de control. Cuando esto sucede, hay muy pocas posibilidades de apagarlo antes de que consuma la casa entera. El calentamiento global, igual que un fuego, está acelerándose y casi no nos queda tiempo para reaccionar".
9) "El predominio del pensamiento atomizado y reduccionista en la ciencia -sobre todo durante los últimos dos siglos- ha provocado una visión cerrada y provinciana de la Tierra."
10) "Necesitamos, por encima de todo, recuperar el amor y la empatía por la naturaleza que perdimos cuando nos enamoramos de la vida urbana".
11) "Al cambiar el medio ambiente le declaramos la guerra a la Tierra.Hemos ocupado el medio de otras especies, el equivalente, en lo internacional, a haber invadido el territorio de otro país".
12) "¿Por qué somos tan reacios, especialmente en los EE.UU., a ver el enorme peligro al que se enfrenta nuestra civilización? ¿Qué nos impide darnos cuenta de que la fiebre del calentamiento global es real y gravísima y que puede que ya esté más allá de nuestra capacidad de control e, incluso del de la Tierra? Creo que rechazamos las pruebas de que nuestro mundo está cambiando porque todavía somos, como nos recordó el biólogo E.O. Wilson, carnívoros tribales. Estamos programados por nuestra herencia para considerar las demás cosas vivas básicamente como comida, y para que nuestra tribu nacional sea para nosotros más importante que cualquier otra cosa. Llegamos incluso a dar nuestra vida por ella y estamos dispuestos a matar de forma extremadamente cruel a otros seres humanos por el bien de nuestra tribu.
Todavía nos resulta ajeno el concepto de que nosotros y el resto de la vida, desde las bacterias hasta las ballenas, formamos parte de una entidad mucho mayor y más diversa: la Tierra viva".
13) El desarrollo sostenible es una utopía: "Hace doscientos años, cuando el cambio era lento o inexistente, puede que hubiésemos estado a tiempo de establecer unas pautas de desarrollo sostenible o, incluso, de haber continuado un tiempo como si nada, pero ahora es demasiado tarde: el daño ya está hecho. Confiar en el desarrollo sostenible o continuar como si nada son políticas tan viables como esperar que un enfermo de cáncer al pulmón se cure simplemente dejando de fumar; ambas vías niegan la enfermedad que sufre la Tierra, la fiebre que le ha producido la plaga de gente que la aqueja".
14) Nuestras ideas proceden de visiones "religiosas y humanistas que consideran a la Tierra como algo que está ahí para ser explotado en beneficio de la humanidad. En 1800, cuando había solo mil millones de habitantes, estas políticas ignorantes eran aceptadas porque causaban pocos daños. Ahora se trata simplemente de dos caminos distintos que conducen tortuosamente a un mismo destino: una regresión a una especie de Edad de Piedra en un planeta enfermo, en la que solo sobrevivirán unos pocos, aferrados a los restos del naufragio de la que una vez fue nuestra biodiversa Tierra".
15) "Hemos crecido en número hasta el punto que nuestra presencia afecta al planeta como si fuéramos una enfermedad. Igual que en las enfermedades humanas, hay cuatro posibles resultados: destrucción de los organismos invasores que causan la enfermedad, infección crónica, destrucción del huésped, o simbiosis, es decir, el establecimiento de una relación perdurable mutuamente beneficiosa entre el huésped y el invasor".
16) "El empeoramiento de la salud de la Tierra debe ser nuestra mayor preocupación, pues nuestras vidas dependen de que el planeta que habitamos se mantenga sano".
"A través de nuestra rutina diaria, casi todos participamos de la demolición de la Tierra. Es una labor a la que dedicamos todas las horas del día, cuando vamos en carro al trabajo, a visitar a unos amigos o a comprar; cuando volamos a algún destino lejano para pasar allí nuestras vacaciones. Contribuimos a esa demolición al mantener nuestros hogares y centros de trabajo fríos en verano y calientes en invierno. La suma total de toda la contaminación que hemos emitido ha añadido ya medio billón de toneladas de carbono a la atmósfera, lo bastante -si los registros geológicos del Eoceno, un periodo que tuvo lugar hace 55 millones de años, son correctos y seguimos contaminando al mismo ritmo- como para empezar a cambiar el mundo de forma tan completa que apenas un puñado de nuestros descendientes vivirá para verlo. Si seguimos así, pensando de forma egoísta, solamente en el bienestar de los humanos e ignorando el de la Tierra, habremos causado nuestra casi total extinción".
Lo que omite decir Lovelock, pues la suya es la advertencia global de un científico, es que el bienestar de los humanos no abarca al conjunto de nuestra especie sino a un número cada vez más reducido de privilegiados.
"Destruir, continúa Lovelock, hábitat naturales para ganar tierras de cultivo causa una extinción comparable a la asociada a la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años".
"A pesar de todas estas amenazas, seguimos destruyendo y parece que solo nos preocupa el ínfimo, casi imaginario, riesgo de cáncer que generan los teléfonos celulares, las líneas de alta tensión, los residuos de pesticidas en las comidas o la propia luz solar. Y más miedo todavía nos da cualquier cosa que tenga que ver con la energía nuclear. En realidad, nos preocupamos por el mosquito y nos tragamos el camello. Quizá en lo más profundo de nuestro corazón conocemos la magnitud del peligro y, por ello, preferimos enfrentarnos a estos riesgos menores imaginarios antes que encarar las inevitables consecuencias de la destrucción".
"La mayoría de lo que nosotros sabemos de la Tierra procede de libros y programas de TV que representan o bien la opinión de un especialista o el punto de vista del líder de un grupo de presión. Vivimos en tiempos de enconado enfrentamiento, no de reflexión, y tendemos a oír solo los argumentos de los grupos de presión que representan intereses específicos. Incluso cuando saben que están equivocados, nunca lo admiten. Todos luchan por los intereses de su grupo mientras se llenan la boca diciendo que hablan en nombre de la humanidad".
"No podemos contemplar el futuro del planeta del mismo modo que vemos nuestro futuro personal. Es descuidado no tomar en serio nuestra muerte, pero es imprudente adoptar esa actitud respecto al fin de la civilización".
Imagen tomada de: http://www.elbuscon.es/images/portadas/9788408070283.jpg
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