La maquinaria publicitaria se pone en marcha, taladrando de día y de noche las mentes de millones de peruanos. Las Cumbres servirán para mostrar la imagen del Perú, del país que crece y que es seguro para las inversiones. El Perú es rico, muy rico. Sino hay que preguntarle a nuestro mar, o nuestra selva, o nuestra sierra, o nuestra costa ¡Que exhuberancia! ¡Que abundancia de vida! ¡Pero si transpiramos oro y plata!
El Perú ya no es el mismo, somos diferentes. Estamos destinados al éxito, a convertirnos en un país del primer mundo. Y el pomposo despliegue de recursos económicos y humanos así lo demuestra, y hace que nos sintamos orgullosos por ser capaces de atender a nuestros invitados extranjeros de América Latina, el Caribe y la Unión Europea sin escatimar nada. Para los invitados lo mejor. La mejor comida, la mejor seguridad, la mejor atención, la mejor sonrisa, la mejor tecnología. Y al final, después que todos han marchado rumbo a casa, queda la satisfacción de haber hecho las cosas bien, de haber puesto la imagen y el nombre del Perú en lo más alto. Somos ganadores ¡Que duda cabe! ¡Estamos destinados al Olimpo!
Y la maquinaria publicitaria, y los medios de comunicación siguen taladrando sobre la mente de millones de peruanos. Pero poco a poco volvemos a la realidad.
¿Habrán llevado a la Sra. Merckel a dar un paseo por "Mi Perú"? ¿Conocerá el Sr. Rodríguez Zapatero el pueblito de Choropampa? ¿Y la Sra. Bachelet habrá probado el almuerzo de algún comedor popular de esos que abundan por todo Lima?
La ficción es ficción, así la disfracen de realidad. Por un lado, tenemos a los peruanos que viven en la mentira de país que han inventado. Alli estan en su burbuja, en su torre de marfil, el Presidente, la clase política, los altos mandos militares, la jerarquía eclesiástica, los grandes empresarios. Y todos ellos, por supuesto, llenos de optimismo, de proyectos, de ilusiones, pero sobre todo llenos de millones de soles, de dolares, de euros, que hacen de sus sueños una realidad. Y todos hablan el mismo lenguaje, y piensan en el mismo Olimpo. Y todos están muy cerca unos de otros, como en una gran familia, como en un exclusivo club, tan protegidos y aislados del mundo exterior como lo estuvo la Cumbre que terminó. Y todos juntos vociferan ¡El Perú avanza! ¡Nadie nos para!
Y la realidad es la realidad aunque la disfracen de ficción. Y me voy a comprar al mercado en donde todo los precios han subido, y cada vez compro menos por que mi salario de supervivencia no sube como la inflación. Y la señora que no tiene trabajo va a comprar el menu del día por S/. 1.5 ó 2.0. Y en su casa todos comen cada vez menos papa, menos harina y casi nada de proteínas. Y los niños van creciendo, pero poquito. Lo que si no desarrolla mucho son las neuronas. Y los niños se duermen en las escuelas, y no entienden lo que leen, y no suman ni restan ni multiplican ni dividen, porque aunque quieran hacerlo, simplemente no pueden pues sus cerebros permanecerán hasta el fin de sus días tan subdesarrollados como el país en el que viven.
No hay duda, existen dos países. Uno de mentira y otro de verdad.
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